La primera dama de Guatemala, Lucrecia Peinado, fue entrevistada por periodistas de la radio La Voz de América (VOA) en Washington, capital de los Estados Unidos.

Peinado, cree firmemente que las sociedades “no cambian súbitamente”, acepta que la corrupción sigue “enraizada” en muchos aspectos del país, pero a seis meses de su llegada a la posición confía que el “cambio social no retroceda”.

Junto a su esposo y presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, Peinado ha seguido paso a paso y colaborado con su gobierno, incluso antes de la toma de posesión.

“No somos cándidos en decir que todo eso [la corrupción] va a desaparecer de un día para otro. Pero en lo que yo sí tengo confianza… es que hay cosas que no van a regresar. Ya no pueden retroceder, porque la juventud apoyó este cambio, no por la figura o por el presidente, sino por la crítica”, dijo Peinado.

Aludió también a la determinación para avanzar en “el cambio” de parte de las comunidades indígenas de Guatemala durante la entrevista que concedió a la Voz de América en el Instituto de la Paz de Estados Unidos, en la que ofreció una introspección a la labor que desarrolla desde su posición.

Con tranquilidad, Peinado asegura que ni ella ni Arévalo habían “buscado activamente” estar en las dos posiciones más importantes del país, pero el camino recorrido les dio “fuerza para usar todas las capacidades acumuladas para servir”.

“Yo estoy acá para servir, no para servirme de esta oportunidad”, asegura.

Peinado no niega el cansancio físico que trae su responsabilidad. Aún le parece “surreal” adentrarse a diferentes áreas de un trabajo que no había experimentado y así identificar el “bagaje de oportunidad que tiene una primera dama”.

Sus días son una serie de reuniones de coordinación, desde seguimiento a acuerdos, hasta visitas al interior del país. No es fanática de madrugar pero a las ocho de la mañana ya está activa en sus labores.

A su esposo, el presidente Arévalo, lo ve por la mañana y lo despide con un “que tengas un buen día”. En la noche, cuando se vuelven a encontrar en su hogar, intentan no abordar “más cuestiones de trabajo”… aunque en ocasiones es inevitable pedirle una “audiencia”.

“A veces le digo: ‘¿puedo tener cinco minutos de tiempo? Porque todo el mundo tiene cinco minutos con el presidente para hablar de las cuestiones. Entonces, como yo no tengo esa audiencia de cinco minutos, solo puedo hablar algo ahorita’. Entonces hablamos dos o tres cositas, yo le informo o él me dice su opinión y luego vamos a ver un programa de televisión para relajarnos”, describió.

Fuente: La Voz de América (VOA).

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